martes, 17 de diciembre de 2013

De "chats" y otras cosas.

Es la una de la mañana y tengo mucho tiempo sin escribir. Creo que tal vez necesitaba algo de inspiración para ello. Muy probablemente mi mamá me diga que ya me acueste porque este teclado hace mucho ruido, pero utilizar la computadora de escritorio de mi casa me trae muchísimos recuerdos. Existe en aquí un montón de sensaciones y experiencias pasadas guardadas en cada uno de los cajones, muebles, puertas, cuartos y pasillos. No sólo crecí aquí sino que viví la mayor parte de mis temores y dulzuras dentro de ésta casa.
     Dentro de ese grupo al que pertenezco desde tiempos, literalmente, inmemorables para mi, recuerdo enamorarme constantemente. Tener una habilidad gigantesca para enamorarme y escribir a muchísimos extraños las cosas más cotidianas de mi vida y recibir lo mismo de ellos. De esas relaciones cibernéticas que terminan siendo el refugio y la vida misma de una persona solitaria creándole una realidad alterna. Antes yo era de las personas que vivían sus noches adentradas en algún chat anónimo con nombres falsos y una interminable cantidad de personalidades. Pero al final de todo, terminaba siendo yo. Recuerdo escabullirme a mi cuarto en cuanto mi papá se levantaba al baño como a eso de las 4 de la mañana y fingir estar dormida para que no me cacharan de que no me había dormido todavía. O simplemente pasarme lo más silenciosamente posible al sillón con el mismo fin.
      Desde ese entonces yo tengo la teoría de que, cuando escribes, es cuando verdaderamente dejas ver tu alma porque, aun cuando estés escribiendo mentiras, siempre tendrán éstas tu esencia. Por eso las relaciones "por escrito" y "a distancia" llegaron a funcionarme por tanto tiempo. Sólo cuando regresé a integrarme en el mundo real, con personas físicas, fue cuando lo dejé. Y fue también, cuando perdí mi habilidad de enamorarme. Soy una de las personas que están de acuerdo con Isabel Allende en cuanto a cómo enamorar a una mujer. Esta versa de la siguiente manera:
"Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras, el punto g está en los oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo."
     Esto lo comprobé con la última persona de quien me enamoré. Esta persona me llama aun "poeta". Esta persona es una mujer. Y no lo calco nada más porque sí, sino porque he encontrado que en mí, el hecho de poseer cierta habilidad verbal recae en esta misma cita. En esa capacidad que tenemos algunas mujeres y hombres (aunque aun no me ha tocado conocer personalmente a alguno) de crear mundos paralelos de características enervantes o simplemente de vivir las cosas con una intensidad cósmica y tener la habilidad de expresarlo en una sola conversación carente de cotidianidad y a la vez tan natural como beber agua. Y aun cuando esta persona sí la conocí físicamente, eso es lo que más extraño de las relaciones, incluyendo las amistades simples y desinteresadas, de tipo cibernético: el habla infinita y sincera. Terminas enamorándote de un "completo desconocido" No tienes una sola prueba de que él o ella sean, para empezar, un "él" o una "ella". Es decir, ahora es un poco más fácil identificar a una persona que no es quien dice ser. Incluso google te da herramientas para encontrar imágenes similares a las del perfil de cierta persona o cosas así pero, ahora sí que "en mis tiempos" ¡Eso era imposible! Enamorarme de "lobato_chan" implicaba enamorarme de una imagen de perfil predeterminada y confiar en que ésta persona que sabía santo y seña de mis gustos y disgustos, no fuese a utilizar tal información en contra de la niña de trece, catorce o quince años que se encontraba de éste lado de la pantalla. En este caso, llevarse una decepción amorosa era tan fácil como que dicha persona dejara de conectarse. Irónica comparación la que elegí en el párrafo pues la primer persona de quien hablé en el mismo, también se me desapareció de la nada.

    Aun cuando la sinceridad de las personas en el ciberespacio sean tan relativas como las predicciones del horóscopo, a veces vale la pena arriesgarse a conocer a "ToySolito", hasta descubrir que se llama "César", es del DF y convertirlo en tu mayor confidente. En la persona que mejor conoce tu personalidad pues es raro el día que no platiquen desde los últimos 4 o 5 años.

   He de confesarles que tuve varias parejas virtuales y también muchísimos amigos por éste medio, de los cuales sólo conservo a 2 o 3. Sabes que ya se han transformado en amigos desde el momento en el que pides un consejo. Algunas veces pueden ser las personas indicadas para ésto, pese a que sólo tengan tu versión de las cosas ¡Y no porque te vayan a dar por tu lado, no! (Al menos de que tú seas tan tonto como para cultivar amistades de ese tipo). Sino, más bien, porque nada los detiene. No existen intereses egoístas de su parte en que tú arregles o no las cosas (en la mayoría de los casos).

   No es casualidad que toque este tema. Estoy nostálgica por las fechas, por el lugar, sí, pero también porque estoy leyendo un libro, La sumisa insumisa, que trata de una mujer de alrededor de 30 años que conoce a un AMO del BDSM vía chat y estoy en la parte en la que se "enamora" de verdad y mezcla la realidad virtual con la "realidad-realidad". Ya saben, la versión "posible" de Las cincuenta sombras de Grey. Cada que leo una página nueva, me saca una sonrisa del rostro. Me hace recordar cuánto he crecido desde que yo andaba en esos rumbos de "el chat" y descubriendo "gente nueva" y me lleva a la conclusión de siempre: Entré muy chica al chat. Aunque también existe una conclusión alterna: Enamorarse, a veces lleva tiempo y a veces no. Y el "quien", el "dónde" y el "cómo, a veces también, es lo de menos.