He llegado a una conclusión: Tenían razón.
Muchas veces he escuchado que la vida es como un jardín, si lo descuidas se llenará de maleza. Si no lo riegas, se secará. Si no lo amas, jamás será grande. Si no te fijas en cada planta, no sabrás si se avecina una plaga. Cada tallo es importante. Cada flor tiene su propósito. De igual manera en la vida, cada decisión es tan importante como lo es cada una de las plantas del jardín para que éste sea hermoso y se llene de frutos. Algo es seguro. Siempre cosecharás exactamente lo que siembres. Nunca más, nunca menos. Si las cosas van mal, no es casualidad.
Incluso comparo los excesos con el jardín. Si fumigas y te excedes de veneno, matas a las plantas. Si haces algo que puede ser bueno, como divertirse y ser uno mismo, pero excedes las dosis recomendadas de lo que es una vida sana, también puedes morir por dentro. No lo hagas. Siempre recuerda, que todo tiene consecuencias y si no abres tu visión, sólo te darás cuenta de lo obvio y lo obvio, no siempre es la verdad.
Sé que divago mucho, pero el caso era decir eso. Que me equivoqué, que no me arrepiento de haber aprendido a la mala muchas cosas porque también me trajo cosas buenas. Sea lo que sea que pase de aquí en delante, siempre habrá que mantener la frente en alto, el corazón limpio y las manos abiertas para lo que venga.
"...Tienes que subir las escaleras, no temas, no te haremos daño. Eso, sigue así. Abre la puerta del ático, no tiene llave pero oculta algo ¿Ves toda esa ropa vieja? Tiene historias, tuvo dueño ¿Ya nos encontraste? ¡Anda, no tengas miedo! Abre el baúl, queremos conocerte, volverte a conocer en realidad porque, Poeta, odio que ya no nos ames. Nos diste la vida con tu poesía y ya no podemos vivir sin ella. Ahora que estamos aquí juntos de nuevo, nada nos va a separar..."