martes, 5 de abril de 2016

¿Cuántas máscaras tienes el día de hoy?


Somos, como humanos, propensos a ocultarnos, incluso a veces de nosotros mismos. Son herramientas de la mente para hacernos sentir más seguros, menos vulnerables y vivimos con ellas durante mucho tiempo, a veces sin darnos cuenta de que las tenemos o de que las usamos con frecuencia.
¿Cuáles son tus máscaras? ¿Eres consciente de ellas? La última vez que revisé mi colección me encontré con una muy curiosa: era una máscara verdosa con detalles dorados y blancos. Un antifaz con plumas de pavo real. No sabía que la tenía. Tal vez la ]"compré" un día que se cruzó por mi camino. Parecía bonita, pero no lo era del todo. Había algo en ese verde, casi aterrador, que no me terminaba de agradar. Se veía como cuando metes el dedo en una herida. Esa sensación que trae la tortura con ciertos brillos de satisfacción pero con tanta maldad como la venganza misma la tiene. Era una máscara de falso poder. De humillación a los demás, adornada con algo de "perra". Algo que no se supone sea mío, pero que alguna vez adquirí y usé. Parecía que cada vez que la usaba, le agregaba más y más plumas, haciéndola más pesada y, por ostentosa más fea e incómoda.


Eso es lo que tienen las máscaras: las vas perfeccionando, puliendo, pero al final, generalmente terminan por ahogarte en el sentido de que te pierdes de ti mismo. Te preocupa tanto la cantidad de plumas y ornamentas que le agregas, o incluso puede que llegue un punto en el que te parezcan muy desagradables pero, por todo lo que han crecido, ya no puedes guardarlas en ningún sitio, debes llevarlas contigo a todos lados hasta hacerlas parte de ti. Hasta que te olvides de que existen o te decidas a romperlas tras darte cuenta que no hay necesidad de cargar algo tan grande, tan ajeno, tan... repugnante.
Es por esto que pregunto, ¿Cuántas máscaras llevas hoy? ¿Sabes cuales son? O lo que es más importante, ¿Sabes cual es tu rostro todavía? Porque hay algo muy importante, algo que debes tener en cuenta. Tras cualquier máscara o antifaz, quedan expuestos los ojos. Si pierdes incluso, la ventana de tu alma, ¿Cómo la vas a sacar el día que no sepas quién es el verdadero "tú"?