martes, 25 de febrero de 2014

Abriste las puertas

Me pediste "quererte"
para poder "amarte".
Lo que no supiste nunca,
fue que esa era la llave.

Las puertas de mi alma había cerrado hace tiempo.
Me encontraba ausente, 
de mente y cuerpo presente.

Permití que a mí
Entrara tu presente
Y lo hice mío
Conforme te acercabas.

Pero cual ave acorralada
Aun sin tener reja cerrada
Escapaste de mis manos
Mientras en ellas te admiraba.

Te busqué como al conejo
Curiosa y ansiosa de conocer la verdad.
Saber que había tras el reloj que marca el tiempo.
Cuál era el destino, el final.

Sigo buscándote sin que te des cuenta.
Sigo queriéndote conocer.
Sigo queriéndote, así sin más.
Sigo intrigada por tu manera de amar.

martes, 11 de febrero de 2014

Tierras de Venus

Delirantes; Antojables; Deliciosas; Pecaminosas... El capricho que había tenido desde un tiempo atrás, se encontraba ahora entre caricias y colisión. Punto y aparte con los que no ven.

Quien sospecha, limita tocando por la ventana. Intenta disipar aquél frenesí de placer con interrupciones. Mientras tanto, las bebidas van mezclando su efecto con la adrenalina de ser atrapadas en ese lugar, en ese mismo instante, con consecuencias desastrosas. Ese veneno recorre desde la lengua hasta el corazón mientras las lenguas transitan otro camino.

Mantos largos y cortos con un porte sin igual cubren los cuerpos amigos con colores que te hacen voltear. Conquistan hasta al ser más necio y unos cuántos desearían investigar un poco más. Saber realmente qué hay detrás y al conseguirlo, quisiera seguir saboreando la sensación de aquél colapso nervioso. Del desborde de feromónas y la gran habilidad de las tres.

Un tercer ser incitador de fantasías, (propias claro está, pero fantasías en sí), funge como vigilante mientras no se entrega al placer. Un viven de rostros coreografiados a la perfección con las caricias. Una unión sin comparación de dos bocas preciosas; finas y tentadoras... suaves ¡Tan suaves! que inevitablemente se hicieron tres. Abandonó su puesto de centinela arriesgándose al caos.

Entregada al fin, gemía discretamente y acariciaba los pechos ajenos. Ella buscaba los botones que activaran su placer. Sus curvas... Sus curvas le sirvieron de camino a las palmas errantes hasta terminar en tierras de Venus. Presiones y convulsiones que les hacían disfrutar.

Fue un evento que no me supo explicar, no le alcanzaban las palabras. Pero de algo no me queda duda: Esa mujer, ¡Buscaba más!