Hoy he vuelto a sentir muchas cosas. Ver a mi mamá ser tan ella como la recuerdo, me llena de esperanzas y vuelvo a verla poco a poco como mi mejor apoyo. Esa viga de la familia que ha impedido tantos años que todo se venga abajo se ha vuelto a dar cuenta que está hecha de marfil. Me encanta que me platique tantas cosas. Que nos tengamos tanta confianza ¡Verla sonreír, convivir, dejarse ser! Es una de las personas que más admiro. No sólo por lo que ha hecho por mi sino por todo lo que logró como empresaria, como mujer, como madrina, como tía, como madre de tres hijos completamente diferentes entre sí. Y además de darme cuenta de que tenemos más cosas en común de las que imaginaba (Y vaya que imaginaba eran muchas) ha sido maravilloso.
Mi madre es una mujer sensual, pícara, coqueta, alegre, respetuosa, digna, amable, amorosa, expresiva, dulce, luchona, entrona, valiente, hermosa, ocurrente, inteligente, ¡Con un corazonsote! Su simple tacto causa en la gente tranquilidad en los momentos de confusión. Lo más hermoso es que se está volviendo consiente de todo esto. Está volviendo a ser esa mujer guapísima de los 45 años que recuerdo. La frescura de sus ocurrencias, la luz tan impresionante de sus ojos, su risa siempre sincera, espontánea a más no poder. Todo eso es mi mamá y verla en todo su esplendor de nuevo, hace que otra vez me den ganas de vivir sin miedos, me devuelve la conciencia de quién soy yo. De mis virtudes heredadas de ella y mis cualidades personales.
"...Tienes que subir las escaleras, no temas, no te haremos daño. Eso, sigue así. Abre la puerta del ático, no tiene llave pero oculta algo ¿Ves toda esa ropa vieja? Tiene historias, tuvo dueño ¿Ya nos encontraste? ¡Anda, no tengas miedo! Abre el baúl, queremos conocerte, volverte a conocer en realidad porque, Poeta, odio que ya no nos ames. Nos diste la vida con tu poesía y ya no podemos vivir sin ella. Ahora que estamos aquí juntos de nuevo, nada nos va a separar..."