viernes, 4 de marzo de 2016

Mi abuela no sabe que escribo.

Llegué a la conclusión de que tengo mucho tiempo sin compartir lo que escribo a la gente que amo. Muchas de las cosas que escribo no las considero "aptas" para la lectura de mis familiares pues todo es erotismo o catársis y generalmente es una catársis muy "fea". Me doy cuenta con ésto que, bueno, me he alejado demasiado de mi gente. Ni siquiera mi madre lee lo que escribo. Todos pueden leerlo y en realidad pocos saben lo que significa por que, me he vuelto egoísta con mi verdadero ser. Sólo aquéllos que no lo necesitan, lo pueden leer.

No me malentiendan, amo tener lectores de un mundo tan distinto al mío, o incluso amigos selectos que conocen el contenido de mi blog y la historia tras mis textos, sin embargo, me pregunto en qué momento dejé de compartir mis verdaderos sentimientos con mi familia y comencé a protegerme.

La cosa es así: Cuando era niña, mi familia me veía cantar, actuar y dar circo-maroma-yteatro todos los días. Sin embargo, creo que fue en mi adolescencia cuando me metí en mi misma y no pude ser sincera por mi propia protección. Lo extraño aquí es que he intentado protegerlos de una verdad o varias y por eso no les muestro mi talento. o si lo quieren poner de otra manera, mis sentimientos.

Hace mucho, yo era una persona hermética y constantemente a la defensiva. No sé muy bien la causa pero supongo me sentía encerrada en mi. Luego, tocó la época en la que la rebeldía me quería hacer mostrarle al mundo "quién era", pero en realidad era un "yo" caprichoso y nada leal a mi. En ese entonces, de pasar de ser una niña extrovertida, a una pre adolescente introvertida y luego una adolescente "histriónica", en palabras de mi hermano, herí a mucha gente por pelear por la "identidad" que quería encontrar. Supongo que muchos lo hacemos, que es parte de la adolescencia el sentirnos incomprendidos y querer hacer lo que "nos dicta el corazón" o simplemente lo que nos dice la sociedad, pero hoy sé que tal vez, yo no era así.

Como hace algunos textos publiqué, un día mi mamá me preguntó con mucha angustia "¿Dónde está mi niña espontanea y amorosa?" a lo que respondí, muy en mis adentros, "se la comió el dolor".

Hoy sé que esa niña sigue en mi. Que lucha constantemente por que recuerde la sensación de amor incondicional que entrego en un abrazo sincero y que la paz que puedo transmitir es tan basta como la vida misma pues, hoy sé, soy luz.

Debido a ésto, he decidido escribirle a mis abuelos, para que ellos sepan que escribo. Tal vez suene burdo, o simplista pero, ¿Qué escritor no disfruta el rostro de las personas al leer sus textos? A mi me encantaría ver, personalmente, el de mi abuela, hábida lectora de novelas cortas y libros tan interesantes como la metafísica y la parapsicología.

Abuela, desde que era niña, siento una pasión por las palabras. Siempre he buscado saber más y más cosas y poder decir qué siento y qué pienso. Incluso cuando era pequeña, tuve algunos problemas con maestros por que no me querían creer que la que escribía esos trabajos, ensayos, exposiciones y poemas, era yo. Demasiado avanzada para mi edad en todo desde siempre, me han dicho. En todo menos en las relaciones sociales, claro está.

Tú y yo sabemos que la vida no es fácil. A ti te tocó vivir sin una mamá pero con dos hermanas que hicieron y dieron lo mejor de si para ti y tus hijos. Hoy me toca decirte GRACIAS. Gracias por darme a la mamá que me tocó. A este ser amoroso que, con el ejemplo, me ha enseñado a cuidar de ella como lo ha hecho con ustedes, tú y mi abuelo. Gracias por enseñarme a coser y contarme tantas historias de aquél perro que tuviste que dejar atrás cuando cambiaste de realidad al crecer y mudarte a Delicias. Gracias por cuidar de mi con el mejor amor que pudiste encontrar gracias a ellas, mis tías. Gracias por contarme cómo corrías con tus vestidos nuevos y jugabas en el campo y junto al río. Gracias por contarme de los zapatos nuevos que te daban mis tías cuando los otros ya no te quedaban por que, como cualquier niño, ibas creciendo fuerte y con lo mejor de ti. Gracias por contarme de tus pretendientes, de tus amigos y las pocas amigas de las que gozabas por que, como yo, siempre te haz sentido más cómoda entre hombres que entre mujeres. Siempre forjando ese carácter duro que te ayudó a pasar por la vida despidiéndote de los débiles y los pequeños problemas que otros, no pudieron superar. Gracias por cantarme tu canción favorita.

Probablemente cuando termines de leer esto sólo me digas "muy bonito, mija, gracias" y sonreirás y te reirás de las cosas que puse con tanto empeño en este texto. Así eres, pocas pero certeras palabras. Cuando era niña lo averigué. Recuerdo estar sentada junto a ti en el sillón, esculcando los botones y cajones que tienes en el librero y soplando el humo de tu cigarro para el otro lado mientras oíamos "la mano pachona". También todas las películas y series y programas de fantasmas que veíamos juntas y a mi mamá no le gustaban "por que luego no iba a poder dormir" pero tú le decías que nos dejara y seguíamos platicando de fantasmas. Me hacías un tendido con la cobija más grande para que me acostara a tus pies.  Veíamos una película tras otra y a veces, cuando tú te ibas a rezar para dormir, yo me quedaba viendo la tele y viéndote en el cuarto, hablando bajito con Dios ¡Cuánta paciencia le habrás pedido a Cristo para podernos lidiar a todos!

Me intentaste enseñar a cocinar, pero no nos salió. Yo prefería llenarme de tierra jugando con las tortugas y viendo tesoros en el cuartito. Te hacía tiradero de agua, de tierra, de comida... ¡Cuánta lata te di! y aun así, me seguías amando. Me lo demuestras aun con un plato de frijoles y un fragante consejo de persona sabia que ha vivido más años que cualquiera en la mesa. Un consejo de amor.

Te tengo muy presente, ¿Sabías? Tu casa siempre es "la casa de Doña Esther". La que guía y cuida a la familia. La que no se deja guiar en ocasiones incluso, acostumbrada a valerse por si misma, como mi mamá... como yo. Somos tan tercas, que hasta parecemos familia. Somos tan tenaces, que se nota el parentesco y a la vez, nos cuidamos una a la otra como nadie. Como la época en la que me abriste tu casa por meses a pesar de que mi actitud no fuera la mejor, nunca me dejaste sola. Aprendí más de responsabilidad en esos meses de fuerte confusión, que en cualquier periodo de mi vida. Aprendí de lo malo que puede ser estar sola consigo misma. Siempre estuviste ahí.

Quiero contarte una historia. Y no es precisamente de un recuerdo o un sentimentalismo. Te voy a crear un cuento o un texto sólo para ti. Puede que no hoy, pero quiero que te quedes con esa historia. Con un mundo que voy a crear solo para ti. Puedes elegir o puedes decirme "lo que tu quieras", no importa, pero esta historia será sólo para ti. Por que, ¿Sabes qué? no me gustaría que te fueras sin que supieras que amo escribir.

Siempre tuya,
Estefana.

martes, 1 de marzo de 2016

Explicaciones

¡Bienvenidos de nuevo! Podrán notar un exceso de archivos "subidos" el día de hoy. Esto es por qie decidí descubir esos pensamientos inconclusos que no dieron el giro que esperaba pero dejaron plasmado el todo de la catarsis que me llevó a escribirlos. Es curioso por que muchos de ellos fueron textos que planeaba continuar, bastante similares entre sí pero tan distintos como las edades en que los escribí. Los últimos son los más antiguos. Del 2013 incluso. Por que, como dije en alguna ocasión "el autor tiene permiso de plasmar la parte mas oscura de su ser en sus escritos". Es esta parte la más rica de su creación. Asi que ¡Que lo disfruten!

Conciencia coincidencia

Yo sigo viendo a la hermosa niña de rodillas junto al sofá. Sigo viendo al amor más puro de mi vida en ese dulce y cansado rostro. Eres un ángel que en mi mente nunca crecerá. Tú, mi dulce niña. La Lolita de mis sueños. La mujer del corazón roto y la tristeza amada. Hoy, la madre de un nuevo ángel que espero nunca conozca el dolor. Aun puedo dentir la suavidad de tu lengua y tus finos labios. Aun puedo recordar tus nacientes senos que hoy, por primera vez sabrán lo que es amamantar.

Mucha suerte en tu lucha, hermosa princesa.
Que la lluvia no te liquide y el tiempo te llene de fe.
Con ésto ha terminado el capítulo de mi vida en el que te amé.

Mi ángel de oro
Dios te guíe lejos de mí
Que mi recuerdo sea polvo
Y la vida te haga feliz

Adiós para siempre, dulce tesoro
De algún modo, siempre seguirás en mí.