lunes, 8 de diciembre de 2014

De relaciones y esas cosas.

Una vez salí con una mujer de 44 años. No salió bien. Fin.






Mentira, empezaré otra vez:
Una vez salí con una mujer de 44 años. La conocí en mi cumpleaños, en un bar. Desde el momento en el que la vi por primera vez no le pude quitar los ojos de encima. Iba con mis amigas a festejar mi día (No entiendo muy bien como las convencí de ir a un bar gay. O tal vez le daba demasiada importancia a la gente que va en aquellos tiempos). Me le quedé viendo por no sé cuanto tiempo hasta que ella fue al baño y la abordé. Después de unas semanas de salir, dejó de funcionar pero no me arrepiento. Aprendí mucho de esta persona. Me hizo sentir muy bien y me sentí muy bien de presentarla a mis amigas. Me ayudó a valorarme y disfruté mucho de su compañía.

La verdad es que me parece sumamente curioso cuando me la encuentro en la calle. Me la encuentro más fácilmente que a la gente de mi escuela. En realidad, haciendo recuento de eventos, es más poco probable que me la encuentre a ella que a cualquier miembro de mi familia (también porque no suelen frecuentar el mismo tipo de lugares concurridos que yo). Es más, es más probable que me encuentre a mis alumnos en un bar que a ella ¡Y es con ella con quien me topo! Cuando esto pasa se me para por un momento el corazón sólo para comenzar a latir más rápido, ponerme roja y luego recuperar la compostura para acercarme a saludarla a ella, a la novia y al hijo de ésta...¿Qué puede ser más incómodo que ésto?

También he de decir que la experiencia me dejó enseñanzas muy interesantes. Me llamaba mucho la atención el interés que tenía ella por mi vida y a la vez la libertad que esto demandaba. También la ambigüedad entre querérmela comer a besos y caricias junto con el hecho de poder esperar a quererla para hacerle el amor. Tenía mucho sin sentir ese cosquilleo que acompaña al tono de un mensaje entrante y, sobre todo, la inexperiencia que mi edad conlleva en contraste con la suya que me hacía ponerme muy nerviosa. De esos nervios que te llevan a equivocarte exageradamente.

El punto de todo es que siempre se habla de las relaciones entre gente con una diferencia de edad significativa, pero siempre entre hombre y mujer. Incluso hay una "tipo moda" entre algunos chavos que desean tener una relación con mujeres más grandes que ellos, sin embargo nunca se ha hablado grandemente de este tipo de relaciones entre mujeres homosexuales, porque incluso entre hombres sí es un tema más sonado. No había quien me pudiera aconsejar de cómo hacer que las cosas salieran bien entre nosotras (situación aunada a mi inmadurez inherente a la edad de los 21 años recién cumplidos en contraste con la suya).

Podríamos hablar de que para el amor no hay edad y otras tantas frases bastante comunes y sí, para el AMOR no hay edad, pero para una relación saludable sí la hay. Me pongo a pensar y a hacer cuentas y, siendo realista tendría que haber sido un amor muy fuerte el que nos uniera para poder usar esa frase por un cúmulo de factores bastante alarmantes; ¿Qué pasaría, por ejemplo, si esa relación se hubiera extendido años como es normal y a sus 50 años, por ejemplo, se enfermara (que Dios no lo quiera) y yo a mis 26 años me viera en la necesidad de cuidarla sin apoyo de mi mamá o mi familia en general ni idea de cómo hacerlo, en el más dramático de los casos? ¿Qué pasaría con mis ganas de ser madre si ella no me pudiera ayudar mientras cruzara por esta enfermedad? O en un panorama menos drástico, simplemente qué pasaría si yo a mis 30 años quisiera cumplir, por ejemplo, mi sueño de ser maestra en la UNAM y fuera tan grande mi deseo y su oposición que decidiera dejarla. Ya habría quitádole mucho tiempo de su vida y tal vez la oportunidad de tener con quién envejecer.

Fue una buena experiencia, la verdad es algo de lo que no me arrepiento. En su momento, y aun a veces, considero que si la hubiera querido de verdad, este detalle que fue ella quien lo sacó a relucir me hubiera hecho lo que el viento a Juarez (o sea nada). Si la vuelvo a ver la saludo con mucho gusto. De hecho me quedo platicando con ella. Sinceramente también con el ánimo de picarle a la novia la paz, sin embargo, la mayor parte del tiempo es porque le quiero y es muy agradable estar con ella.

Y pues en este momento estoy aquí, casual, hablando de homofobia y escuelas cristianas mientras escribo esta entrada. Acordándome por supuesto de cuando le di un beso en un restaurante ¡Un beso en la mejilla! y que ella se asustó de que nos fueran a ver y le dije que no pasaba nada, podía incluso pasar por mi tía en esa situación (también acordándome, no voy a mentir, de la primera vez que me besó y cómo recorría mi cuerpo esa sensación de choques eléctricos mientras el semáforo en rojo nos medía el tiempo).

El otro día la acompañé, de hecho, al hospital y nos fuimos a desayunar saliendo de su consulta. La pobre tiene 3 meses con la mano lastimada. En ese restaurante descubrí algo muy, muy extraño. A mi también me hubiera dado pena, en su lugar, que me hubieran dado un beso así tan a las peladas en un restaurante. Lo digo porque una señora la saludó y se sentó con sus amigas a desayunar. Todo el rato me sentí observada por una de sus amigas "¡Gracias a Dios que no somos más que amigas!" Me dije a mi misma. Hay veces en las que siento que mi corte de cabello, mis botas tipo vaqueras y mi vestimenta en general me pone en un mood en el que mi lenguaje corporal grita "lesbiana" por todos lados. O al menos eso llega a parecerme. Entonces, ver a dos mujeres desayunando con estas características tan marcadas, (tomando en cuenta que el que busca encuentra) da un poco que pensar.

Entiendo la paranoia de esta mujer. Ella ha vivido todo tipo de cosas a lo largo de su vida y atravesó las épocas más duras ya de la confrontación social en cuanto a su homosexualidad. Ya sabe como ganarse el respeto de la gente y como respetar el espacio de la gente. Yo no, yo aun estoy aprendiendo. Tanto con mis novios como con las chicas con las que ocacionalmente llego a salir. Por eso prefiero estar soltera. Tengo bastante con mi sociedad como para agregarle otra piedrita más al montón. Esa es la parte que más me intriga, la de su experiencia y agradezco que ahora puedo compartir un poco de esto con ella sin ponerme nerviosa y querer salir corriendo porque no esperamos nada de la otra. Es decir, ya puedo verla a los ojos sin derretirme por los mismos, al menos no siempre. Y ella sigue escuchándome y preguntándome y platicándome de lo que es el día a día. Claro, ¡Allá cuando nos llegamos a encontrar! Por que aparte de todo, parece que me lee la mente. Justo cuando más estoy pensando en ella, me marca, me manda un mensaje o me da likes a mis fotos. Es interesante. tal vez haya algo ahí esperando a que aprenda un poco más.

Esa es la cosa con las relaciones de todo tipo: se trata de aprender. Aprender a mantenerla, a deshacerla en el momento adecuado, simplemente a aprender de la otra persona y de la manera en la que interactúas con ella o él. Cada vez somos más capaces de asimilar las areas de oportunidad y las cosas que nos funcionan en cuanto a la manera de relacionarnos, por eso las relaciones de amistad, trabajo, amorosas o de cualquier índole con gente significativamente más grande que nosotros mismos, pueden ser tan enriquecedoras, siempre y cuando se tenga la capacidad de discernimiento entre las cosas útiles y las desechables en dichas relaciones.

Así que sí, una vez salí con una mujer de 44 años, 23 años más grande que yo, y no funcionó. Al menos no como yo quería que funcionara en un principio. Hoy, a casi un año de conocerla y a sólo 19 días de cumplir 22 años, agradezco a Dios que sus planes sean tan perfectos y superiores a los míos. Gracias a esto, aun tengo mucho que aprender de ella, de mi y de mis relaciones en general. Espero que alguien más pudiera decirme que también pasó por algo similar. No por que necesite reafirmarme con ésto sino porque de esta manera, sabré que mi post puede servirle de algo a alguien y que no se sienta solo o sola al pasar por esta situación.

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